Leon Rose, presidente de los Knicks, decidió prescindir de los servicios del entrenador que devolvió a New York a unas Finales de Conferencia tras 25 años fuera.
New York Knicks despidió a Tom Thibodeau y más allá de la decisión tomada por el presidente de la franquicia Leon Rose, acertada o equivocada, una cosa salta a la vista: la era de la impaciencia no espera por nadie y mucho menos en los mercados más importantes.
Cinco años pasaron desde la llegada de Thibs a la franquicia. Un hombre obsesivo, con máximas rígidas difíciles de quebrantar, entre ellas la contracción a la defensa y el exceso de minutos por parte de las piezas que conforman el quinteto titular. Eso quizás haya sido lo que hizo dudar a Rose respecto a Thibodeau: con él pelearemos hasta el último round, pero no romperemos la pared. No cruzaremos el Rubicón. Sin embargo, su resolución puede haber sido demasiada apresurada para un equipo acostumbrado a fracasar hace medio siglo y que recién en las últimas dos postemporadas había empezado a torcer el rumbo hacia el éxito.
Pasaron 25 años desde las últimas Finales de Conferencia y la última vez que habían pisado las Finales NBA fue en 1999 con Jeff Van Gundy en el equipo. Desde ese entonces, pasaron 19 entrenadores en el banco de New York y ninguno de ellos estuvo ni cerca del éxito que tuvo el padre deportivo de Jalen Brunson, hombre clutch y nuevo rey del Madison Square Garden.
Se entiende que tiene que haber sido un tema de piel. O al menos de estilo. Nos informa el departamento de estadísticas de ESPN que Thibs cerró su estadía como coach de los Knicks con un porcentaje de triunfos del 57.9%, el máximo de cualquier entrenador que no alcanzó las Finales NBA con al menos 300 partidos dirigidos.
¿Qué le faltó hacer a Thibodeau? ¿Qué fue lo que molestó a Rose para quitarlo del cargo? En 2024, una encuesta publicada por el sitio The Athletic, anónima, entre jugadores NBA, arrojó que un 46.8% de los jugadores votaron a Thibodeau como el entrenador con el que no les gustaría jugar. Se atribuyó esta respuesta a su método obsesivo de trabajo, al desgaste, al exprimir los jugadores al límite de sus posibilidades.
Thibodeau no es para cualquiera.
Brunson y Josh Hart despidieron con tristeza al entrenador en sus redes sociales. Thibodeau conoce a Brunson desde que su padre, hoy asistente técnico, era jugador de los Knicks allá por el 2000. Thibs era, en ese entonces, asistente de Van Gundy. Aún no había llegado Derrick Rose ni Chicago Bulls a su vida. Aún los Knicks eran plataforma de despegue y no pista de aterrizaje. La decisión de otro Rose, Leon, de quitarlo de su cargo, no solo significa cambiar de cuerpo técnico sino también destruir una cultura en auge, que empezó con el nacimiento del equipo del pueblo en los playoffs de la temporada 2023-24 y que finalizó con el curso exitoso 2024-25 que incluyó un triunfo frente a los campeones Boston Celtics.
Mikal Bridges (3036) y Hart (2897) ocuparon el primer y segundo lugar, respectivamente, en minutos totales disputados en temporada regular. El quinteto titular de los Knicks, compuesto por Karl Anthony-Towns, OG Anunoby, Hart, Bridges y Brunson, compartió la cancha durante 940 minutos durante la temporada regular, 226 minutos más que cualquier otro quinteto de jugadores en la NBA (los titulares de los Timberwolves jugaron 714 minutos juntos).
A pesar de jugar 100 partidos entre la temporada regular y la postemporada, la mayor cantidad en la NBA, la segunda unidad de los Knicks anotó 2067 puntos, el mínimo de la liga (20.7 puntos por partido desde el banco). No solo eso: los Knicks comenzaron la temporada pasada como uno de los mejores equipos ofensivos de la liga (segundos en el general) y se derrumbaron luego del fin de semana de Estrellas (22°).
Los datos son los datos, y estos números condenaron de algún modo a Thibs, que tiró un par de manotazos de ahogado porque vio que, en el último tramo de la carrera, con lo que tenía no llegaba nadando a la orilla. Los salvavidas de escaso aire se llamaron Landry Shamet, Delon Wright, Cameron Payne y Miles McBride en menor medida. Cuando quiso ampliar la rotación, ya era demasiado tarde para competir.
Dicho esto, cargarle las tintas solo al coach es al menos discutible. Porque la decisión de sacrificar picks de Draft no fue de él sino de la gerencia. Entonces, un espejo no vendría nada mal a la hora de evaluar resultados: para traer a Towns y Bridges, no solo dejaron en el camino a Julius Randle y Donte Di Vincenzo sino también dos picks futuros de segunda ronda en el cambio del ala-pivote dominicano y cuatro picks primera ronda sin protección en el del alero ex Brooklyn Nets (2025, 2027, 2029 y 2031), además de un intercambio de selección sin protección en 2028.
En la apuesta de all-in estuvieron todos, no solo el entrenador.
Todos sabemos que en una plaza gigante como es la de la Gran Manzana, los asientos están siempre al rojo vivo. Eyectar es, de algún modo, parte del proceso. Pero en este caso, la salida de Thibodeau no solo es apresurada, sino que se percibe como un error.
Ya sabemos quién se fue, pero no sabemos quién vendrá. Lo que sí sabemos es que este roster, a futuro, se verá bastante parecido en el quinteto inicial. La ingeniería financiera deberá ser de excelencia, porque el plantel iniciará la pretemporada con un salario de $200 millones y cuatro puestos disponibles en el plantel.
Extender la profundidad del roster, oxigenar al plantel y comenzar una nueva película sin Thibs. Ese será el plan con el entrenador que toque.
El tiempo, sabio e implacable, no dará respiro: más temprano que tarde sabremos quién tuvo razón.